...y no volver.

¡Ey, mis pequeños lectores! Hace unos días, estuve trabajando sobre un texto algo viejo, y me salió esto. Es  un poco inusual, teniendo en cuenta que todos mis escritos suelen ser escritura automática, así que espero que el resultado de este experimento no sea un fracaso.

¡Feliz Carnaval!


Te devuelvo el hueco de la estantería
que ocupaban mis libros, 
la mitad de las fotos, recortadas,
y todas en las que sales tú,
que son mayoría.
También te dejo la televisión
y al perro,
pero el gato y la cafetera
son míos,
necesito insomnios y alguien
que me cuide en ellos.
En el cesto de la entrada
tienes las llaves del coche, 
la moto era tu bebé
pero si alguien necesita libertad
soy yo.

Por supuesto, también me llevo
todos los sueños y los planes,
las revistas sobre New York
las he tirado a la basura,
de paso, recuperé mis postales griegas
y el folleto sobre ¡Noruega,
un país por descubrir!,
porque tú nunca quisiste nada nuevo
que no fuesen encajes o partidos.

-Aquí seguiría la lista de reproches
adornados con muchos recursos literarios,
pero me he tomado la molestia
de llevarme toda la poesía conmigo,
en víspera de un reencuentro
con la musa de mi espejo.-

Se podría decir que me lo llevo todo
pero siempre se te dio muy bien
eso de vivir sin nada,
o sin nada mío, más bien.

Te dejo un folio vacío al lado de ésto,
no es para que me respondas
sino para que hagas una lista de lo que te queda
y, quizás cuando comprendas
que mi vacío lleva mucho tiempo sin estar
ahí,
entiendas porqué me he ido
hace tanto tiempo
y porqué aún
no te habías dado cuenta
de que hay muchas formas
de salir por una puerta
y no volver.

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