Caída.

Quién me iba a decir que acabaría rendida a tus pies, deseando que tus manos me alzaran. Pero lo único que recibo de tu persona, de tu maravillosa persona, es el polvo que levantan tus pies cuando caminas alejándote de mí.

Me caigo sin remedio,
entre tus párpados
y tu sonrisa de medio lado.
Tropiezo en tu risa,
resbalo con tus palabras,
cayendo en el abismo
de tus infinitos lunares
y del deseo y la esperanza
de encontrar un sentido a su unión,
de dibujar cada orientación
y redefinirla de nuevo.

Tal es la caída
entre todas tus perspectivas
               y mis sueños
de compartirlas alguna noche
reirlas alguna mañana
o llorarlas alguna tarde
mientras tomamos café
y leemos entre páginas viejas,
               sucias y marcadas,
todas aquellas palabras
que queremos decirlos
pero que sólo nuestros ojos,
(nuestros libros)
se atreven a decir.
               Caigo
gustosa de caer
en la esperanza de que sean
tus besos los que me recojan
a la salida de una estación de tren
mientras llueve
y se mojan nuestros cuerpos
al ritmo que humedecemos
               los labios.

Pero me caigo sin remedio
y tú,
               tú
no pareces dispuesto
a evitar
               mi

                              caída.

Comentarios

  1. Tus letras tienen vida. (Gracias por compartirlas.)

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    Respuestas
    1. Gracias mil a ti por tus bonitas palabras. Estas pequeños -pero grandes- detalles son los que animan a escribir.

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Por favor y gracias.

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