Pequeño observador de estrellas.

Ven, amanece en esta noche de cuarto menguante,
dime que tus besos tienen ganas de fiesta
y que tus manos guardan algún eclipse más.

Corre de mi mano, como dos niñes detrás de un globo,
asciende como si tu pecho estuviera rebosante de vientos del norte
y no pierdas la brújula entre caricias de nubes.

Ríe, con esa sonrisa alargada que quiere cubrir todos los finales,
alégrate cuando nos encontremos de nuevo frente al telescopio
y tu sonrisa será todas las constelaciones de mi observación.

Siéntate entre el rocío, abrázame por la cintura mientras sólo el universo llora
con estrellas que caen alrededor, como pequeños rayos de esperanza lunar
en medio de un mundo de noventa por ciento materia oscura oscureciéndonos.

Quiéreme como yo te quiero, te puedo asegurar
que el Big Bang no es nada comparado con lo que nuestros corazones van a experimentar.


Comentarios

Entradas populares