Mi muy querido poeta:

Mi muy querido poeta:

Hace poco comprendí
que hay formas mucho más sencillas
-que no fáciles-
de hacerse daño
que empuñar un pedazo de espejo.

Por ejemplo,
si analizo tu mirada y derivo a mis recuerdos
obtengo un valor negativo aquí,
justo aquí -querido poeta, señálese el pecho-,
si observo tus manos y localizo sus huellas
gano algunas hendiduras aquí,
justo aquí -querido poeta, extienda los brazos-,
si multiplico tus besos por los míos
aparece un cero aquí,
justo aquí -querido poeta, marque su estómago-;
es mucho más sencillo
este conjunto de operaciones,
que asomarse a una ventana,
jugar con una cuchilla
o tragarse todo el pastillero.

Y esto es así, mi muy querido poeta:
el mayor dolor
es que el que creamos aquí
-por último y por favor,
señálese la cabeza-.

Antes de morirse,
evite matarse.

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