La lengua viperina y las manos desatadas.

Una carpeta vieja y casi trescientos sesenta y cinco recuerdos,
releer poesía perdida y verte entre los versos
ensalzado como el poderío de mi vida.
Tenías tanto poder sobre mí
que no me extraña que llegara a sentirme tan débil:
no cuando te fuiste
qué duro es ver que estabas engañada por ti misma
si no cuando llegaste.
No eras nada y te dejé la aguja de mis heridas,
te dejé lamerlas cuando no merecías ni la saliva de mis escupitajos,
sonreía y le ponía corazoncitos en WhatsApp a tus mensajes
y tú ni siquiera te molestabas en fingir.
¿Con cuántos hilos me tenías atada?
Me los arranqué de cuajo y me quede agujereada,
como un nido de avispas
y los aguijones aún tuvieron el valor de quedarse en mis pulmones,
ni eso me concediste.
Desde esa noche juré salir con mascarilla,
como si la III Guerra Mundial hubiera estallado entre yo
y tu toxicidad.
Y al final no lo hice.
Aprendí a ser yo la víbora en vez del ratoncito que recibe el veneno,
es difícil empoderarse hasta entender que serlo, siendo mujer,
no es nada malo: al contrario, es muy fácil querer ser
la mano débil que tiembla y se agarra;
es terriblemente fácil que la conviertan en un trapo
y la estrujen hasta que deje de agarrar nada para soltarlo todo,
hasta la vida.
Hoy me quiero más que nunca y quiero más a nadie que nunca,
pero no te creas importante: me enseñé yo misma.
No fueron tus heridas, ni verte tirándome a la basura después de haberme metido en la bolsa,
fui yo,
sólo yo.
Estaba aquí,
siempre estuve aquí,
y siempre fui más fuerte que tú.
Siempre seré más fuerte que tú.
Y como vuelvas a acercar tus hilos a mis muñecas
te juro que te los corto y te quemo el teatro,
no soy una marioneta y tú no eres un titeretero,
ya no soy una niña y conmigo no se juega,
si necesitas encontrar a alguien con quien jugar quizás es porque has perdido las pelotas.
No sé, piénsalo,
tiene más sentido que tú seas el débil que yo,
me hiciste daño pero si algo tiene que doler es no ser nada, y saberlo.
Perdona que te escupa un poco de veneno,
me salen llagas en la boca al hablar de ti.


De las relaciones tóxicas se sale, los abusos se sobreviven, ser víctima no es ser débil. Tú siempre eres más fuerte que él, siempre. Tienes derecho a llorar, a reír, a gritar, a escupirle, a sangrar veneno, a beberte hasta las copas de los árboles, a trepar por las paredes, a querer romperle la cara, a denunciar, a decírselo a quién tú quieras, a no callarte, a acusar sin miedo, a no quererle cerca, a guardar rencor, a no guardarlo, a perdonar y a no hacerlo, a deprimirte, a alegrarte, a follar todo lo que quieras, a no querer volver a a hacerlo, a odiar a todos los de su calaña, a quererlos a todos buscando algo diferente, a encerrarte en casa o a romper las calles. Eres libre y fuerte, escoge el camino que te haga feliz y vívelo. Y no dudes en pedir ayuda. Estamos aquí para ti.

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