(Te) quiero...

Quiero verte a los ojos
y verme más yo que nunca.

Quiero abrazarte como si no hubiera mañana
y que me devuelvas a la noche
en que nos conocimos
siendo solamente nosotros
ante las constelaciones de la casualidad.

Quiero besarte en cada pedacito de piel
y que sepas agridulce como el pasado
con el toque a sal
del mar y las lágrimas de felicidad.

Quiero estar contigo
y que tu compañía traiga de la mano
a esa niña que se perdió entre lápices   
para que me dibuje en el rostro
todos los recuerdos sepultados
bajo el peso de la ignominia.

Quiero alinearme con tus palabras
y que rompa la alienación de mi pecho;
roerte las clavículas
y que lamas las heridas de mis costillas;
que me levantes a cosquillas           
-de esas que sólo sabes hacerme tú
y se esconden en el rincón
de mis caídas-
cada vez que me caiga a tus pies,
porque, si vamos a ser,
seamos bien altos juntos.

Quiero mirarte fuerte
Porque de alguna manera habrá que compensar
el temblor de mis piernas.

Quiero levantar la cabeza en tus memorias
y no sólo porque me alces la barbilla;
quiero estar en, por y para ti
sin necesidad alguna de calcarme;
quiero ser el borrador de tus intentos
y el podio de tus logros;
quiero ser la razón de tus mañanas
y la locura de las noches
-incluso la del domingo,
no se me ocurre nada mejor
que empezar y acabar las semanas
mordiendo tus detalles-;
quiero ser la presa con la que te fuges
de todas tus cárceles;
quiero abrirte libros en blanco       
y que escribas
-en mi piel o en ellos-
toda nuestra historia.

Quiero, más que nada,
encontrar el hueco exacto de tu pecho
sobre el que recitarte todos mis (tus) versos,
para que, juntos,
seamos más poesía que nunca
y tú y yo con nosotros
siempre.

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