Arte.

Arte eras tú, tumbado
sin más ropa que nuestros sueños,
llenando de ceniza el colchón
mientras yo me volvía cigarro
sin miedo a ser colilla.

Arte era la expresión de tus ojos
cuando te sonreías al separarnos
y aún más al deshacerse la distancia
cuando mirábamos sin necesidad de pupilas,
viendo más que nunca.

Arte era escribirte en una hoja
llena de manchas de café
amargo como tus pasos hacia la mañana
y mis desvelos pensando en atrapar(te),
en coger la ola con las manos.

Arte fuiste hasta la última pincelada,
en todos los tachones
verbales y sentimentales,
que descansan en el cenicero
recordando el tiempo
en el que arte, eras,
no fuiste.

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